viernes, 18 de octubre de 2013

Los guajiros en cadena de oración por el Gobernador Juan Francisco Gómez Cerchar


En un acto de fe los guajiros acudieron masivamente a la catedral Nuestra Señora de los Remedios para unirse en oración y brindar su solidaridad al Gobernador Juan Francisco Gómez Cerchar, su familia y al equipo de gobierno Departamental.

En nombre de Administración Departamental el gobernador encargado Roger Romero Pinto, tomo la palabra para desde el pulpito de la Catedral enviar un mensaje solidario al mandatario Juan Francisco Gómez su esposa Bibiana Bacci de Gómez y a sus hijos Juana, Fernando y Valeria.

Igualmente Romero Pinto agradeció a Monseñor Héctor Salah Zuleta, Obispo de la Diócesis de Riohacha y al vicario Jefferson Ariza por sus oraciones en estos momentos difíciles para los guajiros.

Los asistentes a la eucaristía en la casa de la patrona celestial de los guajiros Nuestra Señora de los Remedios, a quien sus fieles llaman cariñosamente, “La Vieja Mello”,  en una sola plegaria pidieron por la salud y el pronto regreso de su Gobernador, a la vez que clamaron por la claridad y la justicia en torno a la dificultad jurídica por la que atraviesa Juan Francisco Gómez Cerchar.

El encargado mandatario, en nombre del todo el quipo de “La Guajira Primero”, agradeció a la asistencia a la misa celebrada hoy a las 7:30 am en La Catedral Nuestra Señora de los Remedios.

Los guajiros hoy rezan esta oración para implorar la misericordia y la paz de Dios sobre el Departamento de La Guajira:

Señor, Dios Rey Omnipotente, en vuestras manos están puestas todas las cosas; si queréis salvar a vuestro pueblo, nadie puede resistir a vuestra voluntad. Vos hicisteis el cielo y la tierra y todo cuando en ella se contiene; vos sois el dueño absoluto de todas las cosas: ¿Quién podrá, pues, resistir a vuestra majestad? Por tanto señor Dios de Abraham, tened misericordia de vuestro pueblo porque vuestros enemigos quieren perdernos y exterminar vuestra herencia. Así Señor, no despreciéis esta parte que redimisteis con el precio de vuestra sangre.

Oíd, señor, nuestra oración, sed favorable a nuestra suerte; levantad el azote de vuestro justo enojo, y haced que nuestro llanto se convierta en alegría, para que viviendo alabemos tu santo nombre y continuemos alabándolo eternamente. Amén.

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