sábado, 23 de agosto de 2014

Construcción de tres importantes iglesias en el Sur de la Guajira

Iglesia San Lucas de El Molino (Monumento Nacional)

Remontándonos a 1743, según copia de los informes hechos por  los españoles sobre los naturales de la región sur de La Guajira y consignados en los archivos nacionales, habiendo pasado al reconocimiento de los pueblos y parcialidades indígenas para asentarlos y dar las asignaciones convenientes a su mayor utilidad se  demostró y se vio que los pueblos de Santo Tomás de Villanueva y San Lucas del Molino y sus agregados, San Agustín de Farías de los Cariachiles (Desaparecido) y Santa Cruz de Urumita, fundamentalmente bien instruidos en la doctrina cristiana y radicados en la fe católica, con sus iglesias fuertes techadas de tejas y bien adornadas de vasos sagrados, ornamentos y campanas, echando de menos la estabilidad por  la hermandad de las congregaciones del Señor Sacramentado y  las animas.

Iglesia Santo Tomas de Villanueva

Se radica en la historia de cada pueblo, lo que con acuerdo de sus respectivos curas se establecieron y dieron la providencia de que sus habitantes contribuyeran con la limosna, para la asistencia de la parroquia y por la permanencia de los curas.

En las iglesias está  colocada la imagen  del Santísimo y en la época era accidental la retribución con que se pretendía mantener este proceso y en perjuicio de los naturales por ser aquellas unas cuantiosas rozas con cultivos de comunidad que les obligaban a hacerlas útiles, valiéndose asimismo del trabajo personal de los ancianos, viudas e indios, sin pagarles.

Esta acción les correspondía a los naturales a cambio de la educación y la formación en la doctrina por parte del cura que no tenía salario alguno, por ser costumbre inducida de que sólo percibía dos pesos y dos reales que también servían para la manutención del templo a modo de trueque por el suministro  del alimento espiritual.

Iglesia Santa Cruz de Urumita
El año 1803 el presbítero don Bartolomé de Bada, maestro de doctrina del Pueblo de San Lucas del Molino, en cumplimiento de lo prevenido por su majestad dio testimonio diciendo que aunque los nativos estaban esparcidos con sus casas en poblados eran motivados a tener sus labranzas con alguna distancia, unidas con las de barrios españoles que llamaron “agregados” a esta parroquia en lo parajes conocidos como  Corralejas, Pantano y Palmarítos y se pusieron tan rebeldes que no lograron conseguir la concurrencia de los naturales a la Santa Iglesia a cumplir con los preceptos de oír misa y el sacramento de la penitencia y se opusieron a que los referidos españoles hicieran sus casas dentro del mismo pueblo.

En la misma se hace referencia a que debiendo ser esta su doctrina y agregación de un vasto número de indios, se hallaban en la época  menoscabados a causa del trato que se hacía de los prófugos quienes dejaban a sus mujeres abandonadas partiendo a otros pueblos de la vera del río Grande y poco a poco llegaban a un paraje llamado Treinta, jurisdicción del Río de Hacha. 

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